No voy a olvidar aquello que sentí, supongo que nadie lo hace.
Siendo completamente franca, han sido semanas muy raras para mí, entre que quiero adaptarme una vez más lo que ya había dejado atrás mientras suelto eso que me hacía muy feliz hace menos de un mes, me ha costado más de lo que imaginé. Siempre creía que mi pasado había sido bueno, pero jamás me imaginé que lo que vendría después de una ruptura amorosa y terminar la universidad sería aún mejor. Estoy segura que eso nos pasa más veces de las que nos gustaría aceptar, casi siempre después de cerrar un ciclo que nos gusta, sufrimos mucho porque tenemos la creencia que nada superará ese capítulo en nuestras vidas, pero, en mi caso, la gran mayoría de las veces me he equivocado porque sí, sí los ha superado de una manera significativa.
Aferrarnos es de humanos, ¿cuántas veces has querido guardar un momento en tu vida y repetirlo cuantas veces quieras? ¿cuántas veces has querido que no acabe el tiempo porque quieres que dura un poco más? ¿cuántas veces te resistes a cerrar ese capítulo en tu vida que sabes que ya terminó? ¿cuántas? Bueno, yo más veces de las que me gustaría admitir. He de confesarte uno de mis mayores defectos, porque bueno, es necesario para que logremos aterrizar las ideas. Yo no sé qué suceda en tu caso, pero en el mío, cuando algo me movió mucho el alma y la vida, no quiero que eso terminé, quiero que dure para siempre, no cierro el capítulo y me aferró gravemente al pasado. Juro que ese es uno de los defectos que más odio y amo al mismo tiempo de mi misma.
¿Y es que quién es capaz de soltar eso que la hace feliz? Bueno, yo conocí a alguien hace muchos años que me marcó para siempre y que gracias a esa persona mi vida es como es ahora. Cuando yo lo conocí, mi persona era muy superficial, bastante dormida, con cero auto-consciencia y autoestima, creyendo que era una víctima más de las circunstancias, pero me enseñó lo que yo no sabía que no sabía, que se podía vivir bien, plena y feliz consigo misma, que la vida no debía tomarse tan en serio y que, estar en el aquí y el ahora sí era lo más importante. Recuerdo perfectamente cómo me aferré a esa persona, quería que esos instantes duraran un poco más, que no acabaran, que se detuviera el tiempo, porque cuando no lo tenía, sentía que nada funcionaba igual, era como una droga para mí, supongo.
Pero como bien funciona la ley universal: alejas a lo que más te apegas, y eso terminó por suceder, alejé a esa persona por mi necesidad de tenerla cerca, por «mi necesidad», ¿lees consciente esa frase: necesidad? La mayor parte de nuestro tiempo vivimos creyendo que necesitamos, que si lo tuviéramos seríamos más felices, que la vida se vería mejor, pero esa solamente es otra ilusión. Y ahora que lo analizó desde esta perspectiva muchos años después, yo nunca necesité a esa persona per se, más bien, necesitaba la lección que esa persona me daba para evolucionar, porque así es la vida, nos presenta situaciones, personas y momentos para empujarnos a superar esas lecciones que aún no se han superado, pero por nuestra poca consciencia creemos que necesitamos «eso» para vivir, pero no es así, solo requerimos trascender la lección.
Llevaba más de cinco años buscando esa respuesta después de conocer a esa persona y vaya que he encontrado muchas más de las que te imaginas humana, es como si ese encuentro solo me hubiese avisado que algo más grande vendría a mi vida, a mi ser, a mi alma. Y una de las mayores lecciones que he aprendido a lo largo de todo este viaje es:
Soltar para encontrar.
Y soltar ha sido el reto más complicado de toda mi vida. Me aferraba tanto a todo el pasado aunque ya me estuviera sangrando el alma; de esas veces que sabes que ya es momento de dejar ir eso pero no quieres, te has habituado tanto a vivir con el recuerdo que prefieres que siga doliendo en lugar de vivir sin eso. Sentir es vivir, esa era mi justificación, pero estaba muy equivocada.
Vivir en el pasado no es vivir, es morir en vida. Los recuerdos son bellos, los momentos que pasaron quizá sí hayan sido mejores de lo que estás viviendo ahora pero tu vida no se ha acabado, yo creí que jamás volvería sentir eso que me hizo muy feliz en aquel momento, que nada lo superaría, pero casi siempre lo hacía, tiempo después sucedía algo mejor, más bonito, más real, más auténtico.
Fue hasta no entender que sí, nada sería como el pasado, porque estaba destinado a ser mejor, pero, sucedería cuando yo fuera ese mejor también.
Soltar no es fácil, lo sé, te entiendo si estás pasando por algo así, sé lo mucho que duele y lo poco que puedes compartir porque nadie entenderá realmente porqué te aferras tanto a ese pasado, pero lo que sí sé es que pasa, con el tiempo pasa y llegará un día en el que deberás decidir dejarlo atrás o quedarte anclada para siempre. Yo decidí soltar.
La vida son instantes que pasan y pasarán siempre, no podrás detenerlos por más que quieras, por más que llores, por más que te aferres; todos siguen sus vidas, todos continuarán escribiendo sus destinos, sus viajes, sus momentos, ¿pero tú? Los instantes están hechos para abrazarse hoy y soltarse mañana, yo también quise que muchos momentos duraran un poco más y nunca lo hicieron, fue hasta mi último viaje que comprendí que todo inicio tiene un final y todo lo que sucede en este momento contigo tiene un propósito bien definido, lo superior lo sabe, siempre lo ha sabido.
Las personas no se cruzan por casualidad, eso que te pasa estaba bien diseñado con base en tus decisiones, lo poderoso nos guía en cada paso que damos, en cada momento que vivimos, en cada lugar que conocemos, él siempre está presente, siempre está ahí, solo que tú dejaste de escucharlo. Retener eso que no puede ser retenido es como ver la misma foto una y otra vez sin movimiento, sin poder alzar la cabeza para darte cuenta que algo más bonito está frente a tus ojos. Y eso me estaba pasando otra vez en este último viaje.
Me aferré tanto a lo feliz y plena que me estaba sintiendo que rechacé por completo regresar a México y retomar mi rutina, es que solo podía pensar en lo feliz que fui y no en lo que estaba viviendo ahora. No fue hasta esta semana que lo comprendí todo, la vida continuaría normal así añorara el pasado o no; las personas que conocí continuarían con su vida, seguirían conociendo más personas, realizando sus actividades, buscando ese sentido que les haga sentir vivos y cambiando todos los días, mientras que yo me quedaría estancada en ese recuerdo, en ese instante sin captura, y justo antes de quedarme una vez más anclada, todo cambió.
La vida es un cúmulo de instantes que te suceden para que aprendas a soltar mientras creces.
Dejar atrás es parte de crecer, parte de evolucionar, parte de ser mejor que ayer. El superior nunca se equivoca, todo lo hace perfecto y espera que con señales muy sutiles logres comprender la lección que hoy te invita a superar. Ayer dolía más que hoy, pero poco a poco acepto más mi presente recordando de vez en cuando mi pasado, que sé que solo me preparó para un mejor futuro. Hoy hago lo que me corresponde y con mucho valor acepto lo que ya concluyó.
Duele pero ya no me aferro como hace años, el aprender a vivir sin apego es mi nueva misión de vida, porque comprobé que cuando estás presente, aquí y ahora ese momento que quieres que sea eterno, lo es. Cuando aprendes a vivir cada instante, a sentirlo realmente, a mirar como los árboles te hablan y la puesta de sol se despide, es justo en ese momento que se vuelven eternos, porque los disfrutas tanto que cuando culminan, ya no es necesario retenerlos, porque tú misma ves y sientes como ese momento se va evaporando y ya no luchas, ahora solo sonríes y piensas:
También este instante ya forma parte de mi viaje.
Te deseo mucha fortaleza y valentía para que sueltes esa ancla y comiences a viajar pero esta vez ligera.