Mi querida viajera consciente, son 3:45pm y estoy sentada frente a la computadora pensando cómo puedo plasmar todo lo que pienso y siento en este momento, y es que hace menos de 2 horas regresé a mi presente. En la última semana me propuse de nuevo la misma meta, y aunque en un principio parecía ir bien, me volví a sentir como hace unos años cuando quería lograr el mismo objetivo… ¿te ha pasado?
El cuerpo tiene memoria y recuerda las emociones que sentiste en un momento feliz, triste, enojada, iluminada. Mi cuerpo recuerda cada momento que he vivido en los últimos veintisiete años y cuando me propuse alcanzar mi «sueño» sentí estrés y ansiedad, ¿raro? Rarísimo, ¿por qué te generaría estrés y ansiedad tus sueños? Espero no ser la única, digo, las metas son objetivos que quieres lograr a lo largo de tu vida y es una de las cosas que les da sentido a la misma (yo siento), pero, en mi caso, en lugar de sentirme feliz y apasionada, todo parecía ser muy estresante.
Mis metas y objetivos no me emocionaban, solo me causaban desesperación y prisa, porque claro está que todo aquello que sueñas alcanzar es porque no lo tienes en este momento y de nuevo volvemos al vacío y necesidad, ¿cómo luchar con eso? ¿cómo luchar con tu propio deseo? Es una sensación terrible, una sensación que no le deseo a nadie. Si te regresas a los últimos cinco o seis blogs, podrás notar cómo la forma de escribir cambió, de una paciente, emocionada y agradecida, a una completamente desesperada, ansiosa y quizás agresiva.
El espejismo casi vuelve a ganarme, casi vuelve a dormirme y regresarme a lo que fui hace unos meses, una mujer dormida, porque la prisa y necesidad también se convierten en formas de vivir. Muchas veces queremos ver cumplidos nuestros sueños, ya sabes, el típico pensamiento de «era para ayer» y aunque suene extraño, la gran mayoría de las veces sí queremos todo para ayer. La desesperación por querer que eso se cumpla solo bloquea más tu proceso, te detiene, te lleva a destinos que no son el tuyo, a tomar atajos por esa desesperación de obtenerlo, pero, ahora me doy cuenta que eso no funciona así, de hecho, nunca lo ha hecho.
Hace una semana quería lograr mi objetivo otra vez, pero en el proceso me volví a perder, volví a sentir ese «tengo que» en lugar de un «me nace hacerlo» ¿te suena familiar? Si lo analizamos, el tengo que es otra forma de decir «obligación» y, ¿quién realmente quiere hacer las cosas por obligación? Nadie, porque dejas de hacerlo desde el amor; te consume la necesidad y estrés, todo empieza a ser desde el vacío de no tener. Así viví tantos años de mi vida y era lo más horrible que pudieras imaginarte, porque dejas de disfrutar el proceso y te saturas de infinidad de actividades con tal de ser productiva, pero ¿de qué sirve?
Ni haciendo todo en un día se va a cumplir lo que sueñas, porque no es construir Roma en día, es construirlo a lo largo de tu vida.
Inspírate, el viaje real es al interior y después al exterior.
Ya escribí mi futuro y estoy segura que, tarde o temprano, todo esto acomodará lo que en su pasado se pauso.
Agradezco una vez más a la vida por tanto amor, tanto aprendizaje y tanto dolor, porque sin él, nada de esto sería posible.
Estás en el lugar que tienes que estar, con las personas, situaciones y vida. Nada es casualidad, confía en eso.
Recuerda, no estás sola, este camino lo caminamos juntas, pero cada una buscando sus propias respuestas, ¿de acuerdo?
Sin más por escribir, nos vemos mañana y no olvides ser esa buena vibra que te gustaría encontrar en el mundo.